Mis queridos amigos, permítanme hablar un poco sobre la meditación, la cual es algo muy conocido en oriente, pero no tanto en occidente, aunque estas últimas dos décadas han entrado como un soplo de aire fresco en la cultura occidental, tanto que es una cosa que muchísimas personas incorporan en sus vidas con asiduidad.
Llámenla ustedes como quieran, sea conciencia, vivir el presente, atención, mindfulness, estar presente etc… muchas maneras de nombrarla para describir el mismo concepto o idea.
Con todo lo escrito sobre la meditación, pues libros tienen ustedes para elegir en abundancia, creo sinceramente que a veces, no se entiende bien ese concepto.
No es vestirse con ropas coloridas en posición de loto durante horas hasta el aburrimiento, en algunos casos. Ni tratamos de hacer campeonatos a ver quién puede dejar la mente en blanco más tiempo, quítense esa idea de la cabeza.
Según mi humilde experiencia, no debe aburrir pues cuando nos focalizamos en ella lo hacemos sobre algo vivo, en movimiento como son los pensamientos en sí mismos. No busca el conflicto ni pretende chocar con nada, sino que fluye como el agua y como tal ese elemento disuelve todos los obstáculos.
Evidentemente todo nombre exótico, ropaje o cosa fastuosa que impregne tal actividad no es relevante, lo importante es saber porque estamos meditando, importa la interno y no lo externo, vayan y pónganse como quieran para tal menester, pero siempre cómodos.
Sientan, perciban, actúen y acepten, pues en eso consta. Observar los movimientos que se producen en nuestro interior y exterior e ir captando las relaciones que hay entre ambos y su interacción en conjunto. Eso es lo que hemos de buscar en la meditación.
Tengan ustedes claro que la meditación es algo práctico, que la usamos para acumular, buscar entre otras cosas, energía para ser usada en nuestra vida diaria, no es algo que se haga para evadirnos de la realidad.
Meditar es quitarse el disfraz que usamos, mostrar nuestra verdadera naturaleza, esa que en muchas ocasiones la sociedad nos obliga a ocultar y a disfrazarnos y nos hace olvidar quienes somos. Por tanto, gracias a ella nos podemos despojar de esos disfraces y estar en sintonía con nuestra verdadera naturaleza en armonía con el universo, y no con los roles sociales que nos han hecho creer que debemos aceptar como válidos.
Muchos de ustedes me escriben y me comentan en ocasiones, que cuando meditan se sienten ridículos, aburridos, que pierden el tiempo, irritados, ansiosos etc… fuerzan las cosas no fluyen, tienen que aprender a contemplar las cosas sin interferir, sin juzgar.
Es como el sabio Taoísta Tao Te Ching dijo:
<<Sin luchar el sabio consigue.
Sin preguntar obtiene respuesta.
Sin pedir, le es dado.
Sin planear alcanza la plenitud>>
Con el tiempo se logran los frutos de la meditación, no importa que sea un mínimo instante, una sensación particularmente agradable en tu vida cotidiana. O una sesión de meditación particularmente luminosa. Usen esa vivencias como referencia y objetivo para el futuro, es como andar en bicicleta, los logros no se olvidan, solo se puede mejorar.
La meditación no termina jamás, no tiene fecha de caducidad y está integrada en nuestra vida real. Es por eso que todo aquello que hayamos aprendido lo integremos en el laboratorio de la vida real, es ahí donde nos examinamos y ponemos a prueba nuestras capacidades y avances.
En la meditación tenemos que percibir las cosas, las relaciones en profundidad que se dan entre ellas, y no me refiero a nada sobrenatural, me refiero a lo más simple; lo que vemos y sentimos en ese momento, eso es la sabiduría.
Cuanto más profunda y amplia sea esta percepción, más cerca estaremos de la raíz de las cosas, mejor estamos. Esto implica poner toda nuestra atención en el proceso, ser conscientes de lo que percibimos.
Por todo esto la percepción adecuada la debemos basar en la experiencia directa y no en engaños o estímulos externos que no aporten nada, la televisión no resulta demasiado beneficiosa en ese aspecto, pese a quien le pese.
Ahora entramos en la aceptación de las cosas que sentimos, es lo más difícil de todo, y viene dada por dos inconvenientes poderosos: uno es lo externo y otro lo interno.
El primero sería las presiones sociales, ya que la mayoría de nosotros nos vemos influenciados por nuestro grupo particular, estatus, comunidad etc… nos es más fácil aceptar sus criterios, aunque no tengan coherencia con la vida real, para no aguantar ser aislados, marginados, o ser considerados una persona extravagante. Por eso, nos es más fácil mirar para el otro lado o engañarnos a nosotros mismos.
El segundo inconveniente es lo interno, aceptar la verdad y la sabiduría interna. Nos es más fácil aceptar lo que nos llega del exterior ya bien preparado, que asumir el vivir despiertos con la realidad, a eso lo llamo pereza, pereza porque nos escudamos en no tener tiempo, estamos cansados o cualquier argumento que nos auto justifique.
Ahora hablemos de actuar, de pasar a la acción, aunque eso implique la no-acción, un concepto este último que algunos lo achacan a la gandulería y nada más lejos de la realidad. Esto implica ser espontáneos y fluir a través de nuestra naturaleza profunda en armonía con los que nos rodea.
Otra cosa que han de trabajar es tener consciencia de responsabilidad, esa responsabilidad que deberíamos tener con nosotros mismos respecto a nuestra salud, tanto física como mental, y espiritual. No es una cosa egoísta, aunque parezca serlo, ser consciente de que somos el centro de nuestra existencia obliga a tener un egoísmo positivo hacia nosotros, pues si nosotros no estamos bien ¿Cómo podemos ayudar a los demás? Tenemos que ser fuertes, equilibrados y felices y así los que te rodean se beneficiarán de ello. Por el contrario, si no tenemos felicidad, somos débiles, dependeremos de los demás, de su atención, y nunca estaremos satisfechos con lo que nos den.
Esto puede causar confusión pues egoísmo y altruismos pueden dar a confusión en la moderna moralidad de nuestras sociedades. Esto nos puede llevar a gente dedicada a cultivar y aprender de su naturaleza, buscadores de la sabiduría, puedan ser llamados egoístas en el sentido negativo de la palabra y otros poderosos, ricos y con un ego desmedido puedan ser tildados de generosos y altruistas.
Ahora hablaremos de los maestros, tal y como concibo yo la idea de lo que debería ser, podríamos extendernos mucho, pero creo que el concepto en si mismo ha de ser sencillo y claro para ustedes.
Partimos de que toda fuente de información, sabiduría adquirida nos viene dada pues nuestra propia percepción, sensaciones, sentimientos, vivencias pasadas y del pasado, relaciones causales deducidas etc…pero esa percepción ha de ser libre, no puede ser condicionada por ninguna doctrina o credo impuesto.
Dicho esto, lo natural para el ser humano es aprender de nuestros congéneres, y no solo de nuestros mayores expertos o eminencias, si no de nuestros familiares, amigos, conocidos, extraños incluso, y de nuestros adversarios que nos pueden enseñar lo que no hay que hacer. De todas estas vivencias podemos extraer valiosas lecciones, fundamentales para nuestro desarrollo.
Ahora bien, en lo referente a la búsqueda del buen maestro, no regateen o especulen esfuerzos en su búsqueda, pues su utilidad puede resultar clave para nuestro desarrollo personal. El buen maestro es capaz de ver dentro nuestro, y sacar aquello que mejor se nos da, facilitándonos las herramientas (técnicas) y consejos para ello.
Por ello no nos impondrá su visión particular de las cosas, ni nos va a dejar abrumados por su sabiduría, más bien nos va a orientar en nuestro desarrollo personal, pues tal es su cometido, pues el desarrollo es algo estrictamente personal de cada uno.
Por eso siempre digo que no debemos trasladar al maestro la responsabilidad de nuestra propia vida, muchas personas cansadas por el descontento, frustración o descontento de su vida, se ponen en manos de gurús, que se ofrecen acogedores e iluminadores, un error muy común.
Esto que nos puede parecer a priori bueno es un error muy perjudicial para nuestro desarrollo, pues no relega a la situación antes comentada de debilidad, sometimiento y dependencia del discípulo.
Podría extenderme en las cualidades que ha de tener un maestro, pero ya hay libros muy completos que hablan de ello.
Tan solo les invito a reflexionar que hacer con su vida y alentarles a esforzarse por encontrar su camino y potenciar sus cualidades por el bien común.
Un abrazo
Luis Antonio García
Recuerden que cuentan para la práctica con Meditaciones realizadas por Sandra